Responsabilidad individual, crecimiento colectivo
Hernán Cipolla
05 de February de 2017
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Definitivamente, siempre es un privilegio que tenemos todos los hijos de Dios y la Iglesia de Jesucristo, en habitar en la presencia del Señor. Pero mayor privilegio es que, como dice la Palabra, nos podemos acercar confiadamente al trono de su gracia. Es como el niño pequeño que siempre está cerca de su mamá o de su papá y tiene la noción de que allí está la presencia de su padre o de su madre, pero cuando tiene algo en particular, cuando hay una necesidad o simplemente cuando quiere estar más cerca, el niño sabe que tiene la confianza de acercarse. Y yo pensaba que nosotros tenemos esa confianza, pero sin dejar de recordar que Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es el soberano del universo, Él gobierna por encima de todas las cosas, y no hay nada que esté fuera de su vista, de su poder, no hay nada que se escape de debajo de su mano, Él tiene todo bajo su dominio.
Así que, con mayor confianza podemos habitar en su presencia, no importa las circunstancias complicadas que podamos vivir, porque aún esas circunstancias están bajo la poderosa mano de Dios, cada momento, cada lugar, cada situación, siempre está bajo el cuidado y bajo la soberanía del Señor.
Así que lo alabamos, lo exaltamos, le damos la gloria y la honra que Él merece.

Les voy a pedir que busquen en sus Biblias Proverbios, el capítulo 4 y el versículo 23, vamos a empezar en este día leyendo este versículo, que es un versículo creo que demasiado conocido tal vez, uno de los consejos de la Palabra más conocidos.
Proverbios el capítulo 4 y el versículo 23, voy a leer en la Nueva Versión Internacional, dice así:

"Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida."
Proverbios 4:23 / NVI

Lo leo nuevamente, por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.
No hay duda que seguramente, casi de memoria sabemos este versículo, pero lo que no estoy tan seguro, es que sea uno de los versículos que más practiquemos.
Que lo conocemos, estoy seguro, pero no estoy tan seguro que lo practiquemos.

Lo primero que quiero decir, es que necesitamos entender la palabra "corazón" adecuadamente.
Cuando en toda la Palabra, no solamente en el Antiguo Testamento, en toda Palabra, usted lea corazón, tiene que pensar entre otras cosas, en intelecto, en consciencia, en mente, en sentimientos, en pensamientos más profundos, en lo más íntimo de la persona, y aún se podría entender como el yo.
De nuestro corazón, que es precisamente lo que le acabo de decir, dice la Palabra, dice el Señor, que brota, que mana o que emana, la vida.
Y usted podría decir, bueno, a ver, ¿acaso no es que la vida la recibí del Señor? ¿Y de Él viene la vida? Sí, es verdad, Jesús dijo además, que para todo aquel que creyera en Él, de su interior correrían ríos de agua viva, y esto lo dijo refiriéndose al Espíritu Santo.
Quiere decir, que cuando nacemos de nuevo y cuando el Espíritu Santo viene a vivir en nosotros y somos bautizados con el Espíritu Santo, hay un río interior de vida, de vida sobrenatural que está prevista y provista para nosotros, y que puede fluir con absoluta libertad. Pero imagínalo de esta manera, es como que ese río necesita pasar por un canal específico, y ese canal es nuestro corazón.
A veces, puede ser que olvidemos que aunque el Señor ha hecho todo a nuestro favor y nos ha dado todo lo que podía darnos, lo cual además es sobrenatural, los hijos del Señor tenemos una responsabilidad, porque tenemos participación en todo lo que el Señor ha hecho a nuestro favor.
Y lo que en este día vamos a hablar, es acerca de la responsabilidad individual que cada uno de nosotros tenemos, pero con un objetivo mayor, para que haya un crecimiento colectivo.
Mi vida tiene que dar el fruto que el Señor está esperando, porque de mí depende el crecimiento de la Iglesia de Cristo.
Y usted puede pensar, pero eso es demasiado complicado, si depende de mí, entonces quién sabe como la Iglesia va a hacer para crecer, cuánto tiempo se va a tardar. Porque en la medida que yo pueda avanzar, la Iglesia entonces, me va a tener que esperar a mí... No, en realidad lo que la Palabra nos enseña, es a tener la actitud correcta y a cuidar lo que debemos cuidar.
Cuando nosotros tenemos la actitud correcta y cuidamos lo que nos corresponde cuidar, del resto se encarga el Señor. El Espíritu de Dios actúa y trabaja constantemente en nuestras vidas para que todo lo que hay de Cristo en nosotros pueda fluir, pero nos pide una cosa, cuida tu corazón, porque en la condición que esté el corazón, de esa manera va a fluir la vida que ha puesto dentro de ti.

Vayan por favor a la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo, 1 Timoteo; allí vamos a leer en varios pasajes, vamos a empezar con el capítulo 1. 1Timoteo, capítulo 1, voy a continuar leyendo en la Nueva Versión Internacional, y voy a leer desde el versículo 3, dice así:

"Al partir para Macedonia,
te encargué que permanecieras en Éfeso
y les ordenaras a algunos supuestos maestros
que dejen de enseñar doctrinas falsas
y de prestar atención a leyendas y genealogías interminables.
Esas cosas provocan controversias
en vez de llevar adelante la obra de Dios que es por la fe.
Debes hacerlo así para que el amor brote de un corazón limpio,
de una buena conciencia y de una fe sincera.
Algunos se han desviado de esa línea de conducta
y se han enredado en discusiones inútiles."
1 Timoteo 1:3-6 / NVI

Si usted se da cuenta, ahora ya no estamos leyendo el Antiguo Testamento, estamos leyendo palabras inspiradas por el Espíritu, escritas por el apóstol Pablo a alguien que era parte de su equipo, alguien que tenía una unción apostólica y que había recibido de parte de Pablo un encargo particular. Y dentro de ese encargo, le dice Pablo a Timoteo, cuando partí de Macedonia te encargué que te quedaras o que permanecieras en Éfeso, y les ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas, y de prestar atención a leyendas y genealogías interminables, esas cosas provocan controversias en vez de llevar adelante la obra de Dios que es por la fe. Debes hacerlo así para que el amor brote de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una de sincera.
Si nosotros queremos ver la obra de Dios que es por la fe, avanzar, crecer, ir hacia adelante, aquí se suman tres elementos, si es que lo puedo llamar elementos, porque no encuentro otra palabra, lamentablemente.

El primero dice: un corazón limpio; segundo: una buena conciencia; tercero; una fe sincera.

Cuando los hijos de Dios se mantienen con un corazón limpio, con una buena conciencia y con una fe sincera,pueden estar seguros que la obra del Señor, que es por fe y a través de lo que hace el Espíritu Santo, siempre avanzará, crecerá, e irá para adelante.
Quiere decir, que aunque el Señor es el Señor, no porque Él sea el Señor, su obra va a avanzar sin nuestra participación.
Lo que necesitamos entender es lo siguiente, el Espíritu de Dios siempre quiere actuar, siempre está dispuesto para ir hacia adelante en lo que Dios le ha mandado a hacer, en nosotros y a través de nosotros, pero requiere de algo interno en cada uno, si no hay una conducta que lo podemos resumir, con el corazón, con la conciencia y con la fe, una conducta como Dios quiere, la obra de Dios no puede avanzar.

Ahora, cuando Pablo le encargó esto a Timoteo, le dijo que debía decirle a esos supuestos maestros que dejaran de enseñar doctrinas falsas, que ya no se metieran con asuntos de leyendas y genealogías, pero le dijo después, en el versículo 6, algunos se han desviado de esa línea de conducta, es decir, del corazón limpio, de la buena conciencia y de la fe sincera, y se hay enredado en discusiones inútiles.
Cuando nuestro corazón no se mantiene en la línea que Dios ha establecido para nosotros como creyentes, cada uno en lo individual y en lo personal, podemos desviar nuestro camino y empezar a ocuparnos o a preocuparnos por cosas que nada tienen que ver con la fe, y darle lugar a cosas que no vienen del Espíritu de Dios.
Hoy en día, y cada vez más, estamos corriendo un severo riesgo, y es el que escuchemos cosas que suenan como venidas de Dios pero nada tienen que ver con el Espíritu Santo, cosas que aparentemente parecen que fueron inspiradas en Dios, pero no salieron de la boca del Espíritu de Dios.
¿Cómo puede un creyente distinguir y separar lo que es de Dios de lo que no es de Dios? Alguno me dirá, bueno, tengo que conocer más la Palabra... yo le puedo decir, sí, en parte hay que conocer la Palabra, porque si no conocemos lo que Dios dice, posiblemente por desconocimiento en alguna cosa nos podríamos desviar, pero en realidad ésa no es la base.
Alguno podría decir, bueno, lo voy a distinguir en la medida que pase el tiempo, considero que el crecimiento es una cuestión de tiempo... y yo te podría decir, que el tiempo te puede ayudar a crecer, pero ésa no es la base.

La manera en que tú y yo podemos distinguir lo que es del Espíritu de lo que no es del Espíritu, es cuando tenemos un corazón limpio, cuando tenemos una buena conciencia y cuando nos mantenemos en una fe sincera.

Vamos unos versículos más adelante en el mismo capítulo 1 de 1Timoteo, versículos 18 y 19, dice así:

"Timoteo, hijo mío, te doy este encargo
porque tengo en cuenta las profecías que antes se hicieron acerca de ti.
Deseo que, apoyado en ellas,
pelees la buena batalla y mantengas la fe y una buena conciencia.
Por no hacerle caso a su conciencia,
algunos han naufragado en la fe."

1 Timoteo 3:18-19 / NVI

Si se tratara de tiempo, si se tratara de conocimiento, yo no podría dudar jamás que Timoteo cumplía seguramente con esos requisitos. Ya tenían tiempo de estar sirviendo junto a Pablo y había sido enseñado directamente por el apóstol, era parte de un equipo apostólico. Yo podría pensar, este consejo de Pablo, ¿no está de más para Timoteo?
Una cosa es que se lo diga con respecto a falsos maestros, para que entonces deteniendo a esos falsos maestros la Iglesia se mantenga pura y la Iglesia toda, los creyentes, recuerden que necesitan un corazón limpio, una buena conciencia y una fe sincera, ¿pero a Timoteo? Timoteo ya está del otro lado, Timoteo ya pasó ese tiempo, esa época, a Timoteo nadie lo va a mover así porque sí, si además, lo dejó encargado en un lugar para que se hiciera cargo de una iglesia, cómo a Pablo se le puede ocurrir darle semejante consejo, porque ese consejo tiene que ver con todos y cada uno de nosotros para toda nuestra vida: sobre todas las cosas que guardes, cuida tu corazón.
Timoteo, te encargo, que en cuanto a las profecías y teniéndolas en cuenta, tú pelees la buena batalla, ¿recuerdas que el Espíritu de Dios te habló proféticamente? Tú ya sabes lo que el Señor quiere de ti. Conforme a esas profecías pelea, lucha la buena batalla, pero ten en cuenta esto, debes mantener la fe y una buena conciencia, ¿sabes por qué Timoteo? Porque algunas personas por no hacerle caso a su conciencia, naufragaron en la fe.

Y usted sabe lo que significa naufragar ¿no? Es cuando un barco se viene a pique, cuando ya no puede sostenerse sobre el agua y se hunde.
Pablo le está diciendo, ten en cuenta algo muy valioso y muy íntimo Timoteo, hay algunos que no hicieron caso a lo que la conciencia les decía, y por no escuchar lo que la conciencia les estaba dictando cayeron. Quiere decir, que cualquiera de nosotros está en la misma situación que Timoteo, cualquiera de nosotros podría, por la razón que fuera, por cierto momento o por las circunstancias, empezar a desoír la voz de nuestra conciencia, es que el Espíritu de Dios también se mueve a través de nuestra conciencia, porque eso es algo que Dios mismo puso en nuestro interior para dictar a nuestra vida lo que está bien y lo está mal.
Lo que hace la conciencia es marcar aquello que procede de Dios y aquello que no procede de Dios, y cuando oímos atentamente, podemos notar la diferencia, pero cuando habla una vez, dos veces, tres veces y yo decidido cerrar mis oídos a esa conciencia, entonces llega un momento que ya no puedo distinguir.
¿Cuál es la consecuencia de dejar de oír? Naufragar, caer en mi fe hasta lo más profundo y hundirme.

Vaya al capítulo 3, versículos 8 y 9. Capítulo 3, seguimos en 1Timoteo, versículos 8 y 9, dice así:

"Los diáconos, igualmente, deben ser honorables,
sinceros, no amigos del mucho vino
ni codiciosos de las ganancias mal habidas.
Deben guardar, con una conciencia limpia,
las grandes verdades de la fe."
1 Timoteo 3:8-9 / NVI

Como diría la Versión Reina Valera, el misterio de la fe.
Ahora está hablando de diáconos, si usted no recuerda este pasaje léalo en casa, se va a  dar cuenta que está hablando muy específicamente acerca de los diáconos. Y alguno podría preguntar qué es un diácono, simple y sencillamente, un servidor.
Quiere decir, déjenme decirlo así, que todos estamos adentro de la misma bolsa. ¿O acaso no servimos al Señor, usted y yo? De diferentes maneras, en diferentes funciones, pero todos servimos al Señor.
Ahora, lea bien, lea muy bien, porque si empiezan leyendo desde el principio el capítulo 3, se va a dar cuenta que habla de algunos requisitos para obispos, es decir, para alguien que está por desarrollar alguno de los cinco ministerios, pero cuando usted lee los requisitos de los diáconos dice casi lo mismo. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia está en la función, pero no en lo que tiene que haber adentro, adentro tiene que estar lo mismo, y acá está diciendo de los diáconos que deben guardar con una conciencia limpia, las grandes verdades de la fe o el misterio de la fe.
Quiere decir, que no puede haber en nosotros un servicio puro al Señor si no existe una conciencia limpia que nos permita guardar las grandes verdades de la fe. No importa lo bien que sepamos las verdades, no importa que conozcamos el misterio de la fe y que lo podamos explicar a otros, no se trata de cuánto lo sabemos o de lo bien que lo podemos predicar, se trata de lo bien que esté guardado en nuestro interior, porque tenemos una conciencia limpia.

Imagínate que en nuestro interior, nuestro corazón, nuestra conciencia, es como un cofre que tiene que estar siempre bien cerrado, ese cofre tiene que estar reguardado para que no entre nada que toque o que dañe lo que está adentro, ahí adentro tú y yo guardamos el tesoro más valioso que tenemos, la vida de Dios.
Y si dejamos de escuchar a nuestra conciencia y empezamos a irnos por un camino diferente a lo que la conciencia, guiada por el Espíritu, nos está diciendo, dejaremos el cofre abierto y vamos a echar a perder las verdades más grandes y profundas del evangelio de Cristo. Por eso, podemos predicar el evangelio pero llevar al infierno a la gente cuando hay una conciencia que está sucia, permítame decirlo así, que está dañada. Cuando hemos dejado que en nuestra conciencia se siembren cosas que no vienen de Dios, podemos decir con todas las palabras y muy bien explicadas, las verdades del Señor, pero a través de esas verdades estar llevando gente al infierno, porque no depende de lo que decimos o de lo bien que lo decimos, depende de lo seguras que están esas verdades porque las mantenemos con una conciencia limpia.

Vaya al capítulo 4 de la misma carta, versículos 1y 2 dice así:

"El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos,
algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas
y doctrinas diabólicas. Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas,
que tienen la conciencia encallecida."

1 Timoteo 4: 1-2 / NVI

¿Usted sabe lo que es un callo, no? ¿Vio cómo se pone de duro? Así puede llegar a estar la conciencia, donde ya es casi imposible, y sólo puede ser posible por el arrepentimiento, de que el Espíritu de Dios pueda sacarnos de la ceguera en la que estamos.
Amado, si usted pensaba que nosotros no teníamos ninguna responsabilidad, déjenme decirles que no es así, somos absolutamente responsables de nuestra vida delante del Señor. Claro, no es que honramos al Señor, lo seguimos y desarrollamos nuestra fe, por nuestro esfuerzo, eso sería imposible, no hay manera, no hay fortaleza humana que logre agradar a Dios. Pero no se trata de eso, se trata de cuidar y de resguardar los más íntimo de nuestro ser, porque en eso íntimo del ser está depositada la vida, y puede fluir la vida cuando ese interior está como Dios quiere que esté, pero se puede detener la vida cuando el interior no está como Dios quiere.

¿Quién se encarga de ese interior, el Señor? No, yo.
Quiere decir que en los últimos tiempos, es decir, ahora, ahora, el Espíritu nos dice claramente, que algunos abandonarán la fe para seguir inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas.
¡Ojo, no se confunda! No es que ahora van a empezar a predicar en el nombre del diablo, no, no van a usar el nombre de Satanás, van a seguir usando el Nombre de Jesús, pero sus doctrinas, sus enseñanzas, serán falsas y vendrán del mismo infierno.

Ahora, ¿quiénes serán los promotores o quiénes son los promotores de esta clase de enseñanzas?
Dice, tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, es decir, mentirosos hipócritas que tienen la conciencia encallecida.
Eso significa, que alguien que ya tiene dura su conciencia y que no puede penetrar la acción del Espíritu Santo, puede dañarte a ti, si tú no estás cuidando tu propio corazón, ése es el punto.
Miren, a veces podemos preguntarnos cuáles pueden ser las razones o cuales realmente deben ser las razones para que nuestro corazón, que incluye la conciencia como le dije al principio, pueda llegar a endurecerse a este grado? Y la razón primordial es una muy sencilla, es un corazón que quiere lo suyo y no quiere lo de Dios, es un corazón que ha tenido muchas oportunidades de que el Espíritu Santo lo convenza, un corazón que ha tenido muchas oportunidades de arrepentirse, un corazón que ha tenido muchas oportunidades de conocer la verdad y que la verdad lo haga libre, pero que ha decidido seguir en sus propios intereses.
Ese corazón es el que va empeorando poco a poco, hasta llegar a endurecerse a tal grado, que ya no puede distinguir, y cree que está en lo cierto cuando está predicando lo que viene del diablo. Pero el problema mayor es que no se hace daño a sí mismo, el problema mayor es que una persona con un corazón de estas características, siempre que está cerca tuyo te va a dañar.
Ahora, ¿tú piensas que nunca vamos a tener a alguien así a nuestro lado? Sí, déjame decirte que sí, una y mil veces podemos tener alguien así a nuestro lado, una y mil veces. ¿Qué significa? Significa simple y sencillamente, que yo tengo que aprender a discernir lo que viene del Espíritu de Dios y lo que no viene del Espíritu de Dios, porque lo que no viene del Espíritu, no importa que me lo diga alguien vestido de angelito y parezca muy santo, yo debo darle a ese angelito una soberana patada y alejarlo de mí vida.
Si tú piensas que puedes ser contemplativo con aquellos que tienen la conciencia encallecida, endurecida, déjame decirte que no puedes actuar de esa manera, porque si fuera así, entonces estos consejos del Espíritu por la pluma de Pablo, no estarían escritos aquí, al contrario, el consejo del Espíritu sería, ten paciencia con los que tienen la conciencia endurecida, dale la oportunidad de que cambien, sigue orando, intercede por ellos, porque, ¿quién sabe? ¡El Señor es soberano y tiene todo poder, en algún momento pueden cambiar! Déjaselo eso al Espíritu de Dios, tú baja la cortina porque vas a terminar saliendo mal herido de la situación.

Te hago una pregunta, no para que me la respondas a viva voz, para que te la respondas a ti mismo, ¿nunca te ocurrió que alguien, alguna persona, quien sea, te dijo algo que por un momento te hizo dudar de tu fe en el Señor? Y cuando pasaron los días empezaste a reflexionar y dijiste, ay Señor, perdóname vengo hace tantos días dándole vuelta a esa idea, y vuelta y vuelta en la cabeza a esa idea, y ahora que tengo un poco de lucidez me doy cuenta que es una barbaridad, y que hace días que vengo ofendiéndote, sólo por dejar esa idea en mi cabeza... ¿Nunca te pasó?
Exactamente así es como funciona. Nunca te olvides que hay un Dios todopoderoso que está a nuestro favor, pero al mismo tiempo, hay un diablo vencido que hasta que le toque estar donde debe estar, está tratando de destruirnos a como dé lugar.
No está preocupado por los que no tienen a Cristo, eh, está preocupado por ti, por mí; a ti y a mí nos quiere destruir, a los que no tienen al Señor no, están bajo su dominio, pero tú y yo no, fuimos rescatados por el Señor, fuimos quitados de su dominio y ahora vivimos en el Reino de Jesucristo. Con nosotros sí que está ensañado y va usar todas las herramientas posibles para destruirnos, todas. Se va a vestir de todos los colores que te gusten, se va a pintar el cabello de los colores que te gusten, va hacer todo lo posible para atraerte y con una sola mentira derribarte y dejarte en la lona tirado un buen rato.

Por eso la Palabra nos dice, sobre todo lo que guardes, cuida el corazón.
Este ejercicio de cuidar el corazón es un asunto constante y permanente. Es constante, porque tú tienes que saber aquello que tiene la capacidad de doblegarte.
Las personas no somos iguales, lo que para ti no significa nada y a ti no te afecta, posiblemente a mí me hace mucho daño y viceversa.
Quiere decir, que para ti eso, aunque lo escuchen y te lo repitan un millón de veces, a ti ni te afecta, pero a mí me lo dicen una vez y estoy toda la semana dándole vuelta a esa idea, porque a mí sí me afecta.
Quiere decir, que tú y yo debemos tener cuidado hasta en lo más mínimo, lo más íntimo y en lo más pequeño, ¿por qué? Porque nuestro corazón y nuestra conciencia jamás se pueden endurecer, nunca se les puede hacer un callo que ya no penetre el Espíritu Santo para seguir hablándome. Por el contrario, si tengo un corazón limpio, una fe segura y una conciencia que está clara, y que está pura delante del Señor, siempre el Espíritu de Dios me va a librar, siempre, no habrá oportunidad de no sea así.

Vayamos a 1 Corintios, el capítulo 11, por favor, 1 Corintios, capítulo 11, voy a leer desde el versículo 27, seguramente recordarán este pasaje porque el contexto, y muchas veces lo hemos leído y lo leemos en nuestros cultos al Señor, cuando vamos a celebrar la cena del Señor, lo que llamamos la cena del Señor, pero es muy importante lo que aquí está diciendo. 1 Corintios 11 desde el 27, dice así:

"Por lo tanto, cualquiera que coma el pan
o beba de la copa del Señor de manera indigna
será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Así que cada uno debe examinarse a sí mismo

antes de comer el pan y beber de la copa.
Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo
come y bebe su propia condena.
Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos,
e incluso varios han muerto.
Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría;
pero, sí nos juzga el Señor,
nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo."

1 Corintios 11: 27-32 / NVI

Un tremendo pasaje, que a la luz de lo que venimos analizando toma otra dimensión, ¿por qué? Porque, como dije antes de comenzarlo a leer, es claro que está hablando de la cena del Señor, pero muchas veces lo leemos, precisamente cuando estamos a punto de celebrar la cena del Señor, y es como que cuando lo escuchamos decimos, ay caray, a ver, ¿qué habré hecho en la semana? ¿habré pecado en algo? Bueno Señor, sí perdóname, el miércoles pasado si le di una patada a mi perro, ya me tenía... ¿no? Perdóname, pero ahí voy, como el pan y tomo de la copa, ¿no? Y ya me siento tranquilo...
No, no, no, no, no, pero es, tiene una dimensión muchísimo mayor que esto.
Primero dice: que cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Quiere decir, que nosotros para participar de ese pan y de esa copa, tenemos que estar dignos, en una condición digna.
A ver, no se trata de la dignidad que el Señor nos ha dado porque somos hijos de Dios y porque hemos nacido de nuevo, se trata de la dignidad con la cual vivo día a día, ¿por qué? Porque vivo con una conciencia limpia, con un corazón puro, con una fe genuina y sincera delante del Señor todos los días.
Es decir, no importa cuándo los pastores decidan celebrar la cena del Señor, yo la podría celebrar ahora, hoy a la noche, mañana en la mañana, la podría haber celebrado el jueves pasado o la podría celebrar el próximo viernes, porque día a día vivo de una manera digna del Señor.
¿Cómo vivo de una manera digna del Señor? Dice aquí, así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Es decir, necesito ponerme a prueba.

Ahora, déjame explicarte lo que significa realmente, examinarse.
Tenemos la costumbre, los seres humanos, de examinarnos para ver en qué reprobamos y darnos latigazos, estoy mal en esto, estoy mal en aquello, soy indigno, no soy puro, soy una porquería, que el Señor mande un rayo y me castigue, más vale estar en el cielo que seguir sobre la Tierra, ¿no? Tenemos esa costumbre.
La palabra examinar aquí, ¿sabes qué significa? "Ponerse a prueba para salir aprobado".
A ver, es exactamente igual cuando somos estudiantes y hemos estudiado para el examen, el maestro nos pone a prueba y nosotros estamos dispuestos, porque hemos ido preparados y sabemos que vamos al salir aprobados.
¿Qué pasa con el estudiante cuando dice, no, para este examen yo no voy a estudiar? La verdad no me importa, no voy a estudiar, ¿para qué? No hace falta. Así me pasó a mí una vez en la secundaria, ¿ven? La profesora de geografía todos los días que entraba al salón llamaba a alguien por nombre de la lista, ¿para qué? Para que le dijera lo último que habíamos visto, quiere decir que tú tenías que ir a la clase siempre preparado, habiendo repasado lo que habías visto. Y yo un día dije, no, no creo que me vaya a llamar a mí, sonó el timbre, todos nos sentamos, entró la profesora y el primer nombre que dijo, saben cuál fue, el mío. Cuando me paré dije, y ahora qué le digo. Porque había que pararse en frente de todo el salón en el lugar donde uno se sentaba, todos sentados, la profesora en frente y uno parado... a ver Cipolla, cuéntenos a todos lo que vimos en la última clase, ¿ustedes saben lo que se siente, no?
Sí, sí, uno no sabe dónde meterse, y obviamente mi "caradurés" no llegaba a tanto para ponerme a inventar, dije, no profesora, lo lamento, no, no estudié, no recuerdo. Ok. Siéntese.
¿Sabe qué significó eso en el tipo de calificaciones de ese tiempo? Me puso un cero, ¿sabe qué paso el resto del año donde yo estudié? Jamás pude levantar ese cero, y como se acostumbraba en nuestros países, me llevé la materia y tuve que dar exámenes, pero varias veces, porque siempre en la mesa que examinaba estaba la misma profesora, y no me quería aprobar. Ok.
Si le quedó clara la idea, el examinar de aquí es, que yo me pongo a prueba a mí mismo para salir aprobado, no para reprobar.

Recordemos esto, si alguno de nosotros hemos pecado circunstancialmente, no que estamos practicando el pecado, abogado tenemos para con Dios.
Quiere decir, que esto que venimos leyendo desde el principio, se aplica permanentemente, porque parte de un corazón limpio y de una conciencia limpia.
¿Saben qué significa? Que yo pueda decir, Señor, reconozco que en esto no estoy bien, perdóname. ¿Ustedes piensan que el Señor va a decir, no? No, no, tengo que seguir tomándote examen porque no me convence, no, no, no me convence que me pidas perdón, no, no, no, voy a deja pasar una semanita y voy a seguir examinándote...
El Señor no es así, el Señor perdona cuando ve la sinceridad de un corazón limpio, un corazón limpio no significa que nunca se equivoca, significa que siempre quiere agradar al Señor; y como siempre lo quiere agradar se puede examinar, y cuando ve que hay algo que no está bien delante del Señor, va al Señor a decirle, Señor, esto no está bien, eso es lo que está diciendo la Palabra, antes de participar examínense a ustedes mismos.

Pero ahora, el 29 dice, Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena.
Déjeme decirle algunas cosas aquí. Primero, en otras versiones usted podrá leer, el cuerpo del Señor, ¿está bien? Pero según el original dice, el cuerpo solamente; obviamente que está hablando del Señor, pero si bien está hablando del cuerpo físico de Jesús, también hay una implicación en este cuerpo referida a la Iglesia de Cristo.
Ahora llegamos, es decir, hasta ahora hemos hablado de la responsabilidad individual, pero la responsabilidad individual, yo les dije al principio, que es para un crecimiento colectivo.
Yo hago individualmente lo que a mí me corresponde porque tengo cuidado y discierno la importancia del cuerpo de Cristo que se llama Iglesia, porque yo sé, que si hay algo en lo cual yo no estoy bien delante del Señor, no sólo me afecto en lo individual y personal, también afecto al cuerpo, y ahí es donde viene el más grave problema de aquellos que se apartan de la fe o aquellos que no hacen caso a su conciencia y empiezan a endurecerse.
¿Saben a los primeros que empiezan a dañar? A la Iglesia.
No es que se dañan a sí mismos, todo lo que piensan, todo lo que hacen, y todo lo que dicen, es con el fin de dañar a la Iglesia.

Quiere decir, que cuando tú y yo nos examinamos para salir aprobados delante del Señor, es porque estamos discerniendo, estamos comprendiendo por el Espíritu, la importancia del cuerpo de Cristo.
Es decir, yo soy consciente que el Señor murió por mí, pero tengo una conciencia aún mayor, de que se entregó por todo el cuerpo; y que el cuerpo es lo más preciado, lo más valioso que Él tiene sobre la Tierra. Así que, que Dios me libre de hacer algo que vaya a dañar al cuerpo.
Por eso, antes de participar del pan y de la copa me tomo un tiempo para examinarme, pero no necesito esperar a tener un pan y una copa frente a mis ojos, yo cada día estoy en la presencia del Señor, tú cada día estas en la presencia del Señor, allí en su presencia, acercándonos confiadamente al trono de su gracia, podemos decirle, Señor, esto no ha estado tan bien en mi vida.

Cuando yo hago eso, estoy produciendo dos cosas.
Primero, me estoy librando a mí mismo de tener una conciencia endurecida.
Segundo, estoy permitiendo que la Iglesia de Cristo camine en libertad, en poder y en autoridad; el diablo no va a poder levantarse contra una Iglesia que tiene un corazón puro, una conciencia limpia y una fe segura, el diablo jamás va poder enfrentarse a una Iglesia con esas características, nunca, no habrá nada que pueda hacer para vencerla porque en realidad ella es la vencedora.

Ahora, sigue diciendo el 29 al final, porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su propia condena.
En esto también necesito que usted entienda la palabra condena. No es una palabra equivocada, está correcta la palabra, pero condena, es veredicto o sentencia de Dios como juez, no es la condena de que ahora ya estoy condenado y ya no tengo posibilidad. No, es que cuando yo participo del pan y participo de la copa sin darme cuenta la importancia que el cuerpo de Cristo tiene para el Señor, lo que Dios dice es, Yo ahora estoy dictando una sentencia, un veredicto en tu vida, tú necesitas despertar a la realidad del cuerpo, porque no eres consciente que mi Hijo se entregó por esa Iglesia, y hasta que no despiertes a esa realidad, Yo he dictado una sentencia.

Por eso, sigue diciendo después, por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto.
Mi pregunta es, ¿por qué el Señor permite que creyentes estén débiles, estén enfermos y aún algunos mueran? ¿Porque fueron muy malos? No, porque no hubo discernimiento de la importancia y la magnitud del cuerpo de Cristo llamado Iglesia.

Amado, quien está a tu lado, sea o no tu familiar, sea o no tu amigo, te desvivas o no te desvivas por él o por ella, es Iglesia. Cristo se entregó por la Iglesia, si tú tienes la dimensión de aquellos que están sentados a tu lado, y que juntos somos el cuerpo de Cristo para hacer la voluntad de Dios sobre la Tierra, vas a despertar que a la Iglesia nadie la puede tocar, ni yo.
No puedo permitir un corazón que se dé gustos, que haga lo que se le de la gana, un corazón caprichoso, una conciencia inconsciente, porque no sólo estoy en juego yo, estoy poniendo en juego a la amada del Señor; y cuando hago eso, el Señor dicta una sentencia.
Mire, dice el 31... Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; pero sigue diciendo... pero, si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.
Ahora, si es la condenación de muerte eterna, ¡cómo el Señor nos ama! Está marcando una sentencia sobre nuestra vida para decir, ten cuidado y despierta. Despierta a lo que significa el cuerpo de Cristo, ámalo como Yo lo amo, ten la disposición de entregarte como Yo entregué a mi Hijo por ese cuerpo.
Necesitas tener esa dimensión y no hacer nada, ni consciente ni inconsciente, para dañar al cuerpo de Cristo, nada, porque desde el momento que yo me atrevo a hacer algo y aunque sea inconsciente, Dios dictamina una sentencia; y dice, no voy a levantar esta sentencia hasta que tú te arrepientas, porque no quiero que seas condenado con el mundo, quiero que seas salvado porque eres parte de los míos, pero para ser parte de los míos necesitas ver a la Iglesia como Yo la veo.

Efesios, capítulo 2 por favor, voy a leer desde el versículo 19, y ahora van a comprender más todavía, la importancia colectiva de todo esto. Efesios 2, desde el 19, sigo leyendo en la Nueva Versión Internacional, dice así:

"Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros,
sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas,
siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular.
En él todo el edificio, bien armado,
se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor.
En él también ustedes son edificados juntamente
para ser morada de Dios por su Espíritu."
Efesios 2:19-22 / NVI

¿Te das cuenta que no somos entes o individuos aislados los unos de los otros? Ésa nunca fue la idea de Dios, jamás Dios pensó solamente en ti cuando Cristo estaba muriendo. Que hubiera muerto solo por ti y sólo por mí, sí lo hubiera hecho, pero no estaba pensando solo en ti o en mí, tenía en su mente a la Iglesia.
Por lo tanto, cuando te salvó y cuando me salvó, Él ya tenía todo el plan armado y vio al cuerpo moviéndose sobre la Tierra con la misma clase de poder y autoridad que su mismo Hijo, porque determinó que Jesucristo fuera la cabeza de ese cuerpo. Pero ni siquiera iba a ser la cabeza el Jesús que había caminado sobre la Tierra, no, sería el Cristo ascendido, glorioso sentado a su diestra lleno de gloria, de poder y de majestad, puesto por encima de todo.

Por eso dice, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.

No hay cuerpo que pueda crecer bien si crece separado, un cuerpo cuyos miembros crecen por separado, siempre va a ser un cuerpo anormal, ¿estás comprendiendo? Esto no se trata de tiempos, de edades, de años, se trata de corazones, se trata de corazones.
El plan de Dios prevé corazones que están cuidados todo el tiempo, de hijos que comprenden y han discernido el valor de la Iglesia; y por eso, se cuidan a sí mismos, porque si tienes una semana de haber nacido de nuevo o si tienes cincuenta años de haber nacido de nuevo, de todas maneras crecerán juntos, parejos, para ser morada de Dios por el Espíritu Santo.

Ahora, vea Efesios 4, desde el versículo 11, otro pasaje que conocemos muy bien.
Efesios 4 desde el versículo 11,  yo lo voy a leer en este caso en la Reina Valera Actualiza, dice así:

"Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas,
a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros,
a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo,
hasta que todos alcancemos la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez,
hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo,
Esto, para que ya no seamos niños,
sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina
por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia
las artimañas del error sino que, siguiendo la verdad con amor,
crezcamos en todo hacía aquel que es la cabeza: Cristo.
De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión
que aportan todos los ligamentos, recibe su crecimiento de acuerdo
con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros
para ir edificándose en amor."
Efesios 4: 11-16 / RVA

Creo que a veces es bueno volver a leer este pasaje, porque me parece que nos hemos olvidado de la esencia de lo que significa ser una Iglesia apostólica y profética, a veces me parece que se nos quedó el nombrecito, pero nos olvidamos de la trascendencia.
Antes, en Efesios 2, habíamos leído sobre el fundamento de apóstoles y profetas, ¿no? Ahora estamos leyendo acerca de los cinco ministerios, y tú necesitas entender algo, es verdad que los cinco ministerios son autoridad de Cristo para la Iglesia, eso es una verdad, pero no están puestos allí sólo para que los veneremos como autoridad, están puestos para trabajar y que la Iglesia sea lo que Dios ha determinado que sea.
Cuando estos ministerios trabajan, ¿para qué lo hacen? Dice el versículo 12 de Efesios 4... a fin, con el objetivo de capacitar a los santos, para que los santos hagan la obra del ministerio o del servicio, y esto da como resultado la edificación del cuerpo de Cristo.

A ver mi amado, los cinco ministerios capacitan, perfeccionan, entrenan a la Iglesia, ¿pero sabes para qué? Para que la Iglesia haga la tarea que le corresponde hacer, quítate la idea de que las autoridades tienen que hacerlo, porque ésa no es la idea de Dios.
No estoy diciendo que las autoridades no dirijan, no estoy diciendo que las autoridades no guíen, no estoy diciendo que las autoridades no entrenen, porque estamos puestos para eso, lo que estoy diciendo es, tú no puedes esperar como Iglesia, a que las autoridades hagan lo que Dios determinó que ibas a hacer tú.
Eres entrenado, eres entrenada cada vez, por lo menos cada vez que estamos reunidos en el Nombre del Señor, ahí recibes un entrenamiento especial, ¿sabes para qué? Para que tú, conjuntamente con el resto del cuerpo, hagas la obra del servicio al Señor, y cuando cada uno hace la obra del servicio, ¿sabes qué pasa? Se edifica el cuerpo de Cristo.

Ahora, me parece que a unos cuantos los estoy metiendo en un problema, y sí, sí porque cuando yo sólo me dedico a llegar a la reunión, al culto, y me voy a casa, y vengo a la próxima reunión, y me voy a casa y vuelvo a la próxima reunión y me vuelvo a casa, como miembro, no estoy haciendo ninguna tarea de servicio, cero, cero; y si la Iglesia no hace la tarea del servicio, te tengo una segunda novedad, dice aquí, que la tarea del servicio es para que el cuerpo sea edificado, pero no sólo termina ahí, porque el que sea edificado no es para que todos miremos y digamos, ay, qué lindo edificio, que bonito quedó, que linda estructura, que bien diseñando, no... dice acá, hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios.
Es decir, que somos edificados y trabajamos juntos, para que tú y yo, cada uno de nosotros, entre nosotros, seamos uno en la fe y uno en el conocimiento del Hijo de Dios.

Quiere decir, que lo que experimentamos de Dios, no puede ser diferente entre nosotros, porque no estamos hablando de conocimiento intelectual, estamos hablando de un conocimiento de experiencia, porque de hecho la fe, bien diría Santiago, que sin obras es muerta. La unidad de la fe... ay, porque todos creemos en la misma doctrina, qué linda unidad de la fe... no sirve esa fe, la unidad de la fe es una fe en acción; una fe que, porque le cree al Señor, actúa.
Es una fe que la Iglesia dice, Jesús, creo que dijo alguna vez que si pusiéramos las manos sobre los enfermos estos sanarían, voy a poner las manos sobre los enfermos... ¿Ves? Ves que cambió de color, cambió de color, antes veías la película en blanco y negro y ahora está "full color", ¿cambió no?
Eso es unidad de la fe, ¿de qué nos sirve a ti y a mí de que nos sentemos a hablar sobre todas las enseñanzas que el ministerio ha dado, los niveles, que nos sepamos todos los libros, que podamos responder, si esa fe no tiene pies y no actúa? ¿de qué nos sirve? Cabezas demasiado grandes y cuerpos pequeñitos a punto de morirse, no sirve para nada.

Cuando está hablando de la unidad de la fe, quiere decir que tú estás siendo entrenado aquí para que pase la semana y cuando te vuelvas a encontrar con el cuerpo, puedas decidirle a tu hermano, no sabes lo extraordinario que pasó esta semana, me pasó esto, esto y aquello, y ese hermano o hermana te diga, no, no espérame, primero, me alegro muchísimo, pero yo tengo otra para contarte, no sabes lo que ocurrido esta semana también, en mi trabajo, en mi casa, en el vecindario, no sabes lo que pasó, fue algo extraordinario el poder de Dios moviéndose de una forma impresionante...
Eso es la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, es una experiencia real, una vida en Cristo que funciona, no es un montón de conocimiento.

Pero sigue el pasaje, dice: hasta ser un hombre... Está hablando de la Iglesia, de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Quiere decir, que cuando hay unidad de fe, una fe que actúa, que le pone pies a las cosas y del conocimiento, de experiencia, de Jesucristo como nuestro Señor, entonces juntos nos transformamos en un hombre plenamente maduro. A un hombre maduro tú no lo vas a engañar fácilmente, tú no le vas a vender gato por liebre, porque sabe dónde está parado. Pero este hombre maduro tiene todavía un objetivo, no es que dice, ah, ya llegué a la madurez, me puedo sentar a descansar, no, sigue este hombre llamado la Iglesia, avanzando hasta la medida de la estatura de la plenitud  de Cristo, porque Dios dice, Yo no te pongo un límite, en la medida de todo lo que es Cristo y de su plenitud, ahí te quiero llevar, pero en qué, ¿en conocimiento, en seminarios, en congresos, en enseñanzas? No, en vida y en transmisión de vida.

Dime, ¿a qué Iglesia viviendo de esta manera se le puede hacer un callo en la conciencia? A ninguna.
¿Ves, ves de qué se trata, y la responsabilidad individual para el crecimiento colectivo?
Tú y yo somos parte para que este cuerpo crezca como Dios lo estableció, no es idea de ninguno de nosotros ni de los buenos deseos, es como Dios lo dijo.

Pero dice más, desde el 14... Esto, todo lo anterior, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia las artimañas del error.
Quiere decir, que ahora no es una cuestión de conocimiento, es una cuestión de vida, es una cuestión de experiencia, es una de cuestión de ver a Jesucristo funcionando en nuestra vida como Iglesia, y cuando Jesucristo está funcionando, sabes qué pasa, dejamos la niñez. Por más que se me acerque un perverso a decirme una sarta de mentiras para llenarme la cabeza y desviarme de la fe a Jesucristo, jamás lo podrá lograr; porque yo en lo individual estoy cuidando mi corazón y en lo colectivo, estamos creciendo juntos a la medida de la plenitud de Cristo.

Y por eso dice, que contrario a esto... sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacía aquel que es la cabeza: Cristo. De parte de él todo el cuerpo... todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todos los ligamentos, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros para ir edificándose en amor.
Quiere decir, que hay una actividad para hacer. Parte del crecimiento es gracias a la actividad, sin actividad no puede haber crecimiento.
Te lo vuelvo a repetir, sin actividad de los miembros no puede haber crecimiento, no estoy hablando de activismo, ¡ah vamos a hacer ahora más reuniones a la semana! Vamos a ver qué le inventamos porque hay que hacer algo, no, no, n. Es la actividad propia que el Señor te ha encargado, porque eres un miembro del cuerpo y como miembro tienes una función.  ¿Qué te encargó el Señor? Haz esa actividad, haz esa tarea, desarrolla tu función, en la medida que lo vas haciendo, tú y todo el cuerpo hace lo mismo, juntos crecemos y nos edificamos, ¿con qué base? Con la base del amor.

Para terminar, leo 1 Tesalonicenses, capítulo 3, versículos 12 y 13; y en este caso lo voy a leer en la Biblia Dios Habla Hoy, en la Versión Dios Habla Hoy, dice así:

"Y que el Señor los haga crecer
y tener todavía más amor los unos para con los otros y para con todos,
como nosotros los amamos a ustedes.
Que los haga firmes en sus corazones,
santos e irreprochables delante de Dios nuestro Padre
cuando regrese nuestro Señor Jesús
con todo su pueblo santo."
1 Tesalonicenses 3:12-13 / DHH

Esto tómalo como una promesa de Dios para nosotros como Iglesia, ¿quieres saber el deseo del corazón de Dios? El deseo el corazón de Dios es hacernos crecer y que haya todavía más amor, los unos por los otros y para con todos.
No importa de quién se trate, como vemos el ejemplo del amor de la autoridad, éste es demasiado importante, tú ves que tu autoridad espiritual te ama, entonces, ya te puso un parámetro, ¿ves que a tu autoridad espiritual no le importa nada de ti? ¿No tiene cuidado de tu vida, ni se preocupa de lo que estás viviendo? Si es una autoridad de Dios como corresponde, jamás va a ver eso, siempre verás una autoridad que se desborda de amor por ti, porque es la representación de Cristo y el amor por la Iglesia. De la misma manera que ves que la autoridad ama, entonces dice, que el Señor quiere hacernos crecer todavía más en ese amor los unos para con los otros y para con todo; y además, el Señor desea hacernos firmes, ¿en dónde? En nuestros corazones y volvemos al principio.

Cuida tu corazón porque si lo cuidas, el Señor te hará firme en tu corazón, Iglesia, serás firme en tu corazón, quédate tranquila nunca se te va a hacer un callo en tu conciencia, tu fe permanecerá segura y firme, quédate tranquila que tendrás una conciencia limpia, quédate tranquila que la voz del Espíritu estará siempre a tu disposición, descansa en el Señor porque escucharás al Espíritu Santo guiarte cuando todo resplandezca o cuando todo este oscuro, pero su voz nunca va a fallar.
Siempre verás que el Señor te guía porque ha establecido un corazón firme para aquellos que lo aman.

Y dice, que los haga firmes, y además; santos e irreprochables delante de Dios nuestro Padre.
Quiere decir, que por supuesto, que podamos ser hombres y mujeres de los cuales no hay nada que reprochar. No, pero yo vi que una vez le contestó mal al otro y se le volaron los pájaros... no se trata de eso, irreprochable en el corazón.
Un error lo podemos cometer todos, pero hay un corazón que es irreprochable porque ha puesto a Jesucristo en primer lugar, y nada ni nadie podrá levantar un dedo acusador contra  un corazón con esas características.
Por eso, el diablo no puede contra una Iglesia con estas características, jamás podrá, porque el Señor se encarga de hacerla firme en lo más íntimo.

Amada Iglesia, cuida tu corazón, porque amas al Señor por encima de todas las cosas, y Él te promete darte un corazón firme, hacerte crecer en conjunto con todo el cuerpo para experimentar toda la plenitud de Cristo sobre la Tierra, y bendecir a miles y millones de personas que necesitan a Cristo.
Vamos a estar de pie para orar al Señor juntos.

Padre, te agradecemos profundamente por tu Palabra, y te agradecemos Señor, porque como siempre lo sabemos y lo decimos, si el Espíritu Santo no nos enseña no podríamos comprender todo lo que Tú nos quieres decir. Pero te agradecemos porque el Espíritu nos traduce en términos espirituales, pero comprensibles, lo que la Palabra nos está enseñando.

Gracias Señor, porque esta Palabra es vida, porque esta Palabra representa tu esencia Señor y cada vez que leemos la Palabra estamos conociéndote más, distinguiendo algo más de tu esencia; y Señor, cuando Tú te abres en frente de nosotros para mostrarnos la intimidad de tu corazón, es que nosotros podemos ver todo lo que has hecho y todo lo que has prometido, y todo lo que quieres hacia adelante con nuestras vidas, no sólo en lo individual, sino sobre todo, como Iglesia.

Por eso, te damos las gracias, por resguardar siempre nuestras vidas.
Pero Señor, delante de ti queremos orar con sinceridad, queremos ser genuinos, queremos ser íntegros delante de ti y decirte que perdones cualquier cosa en la cual hayamos desoído a nuestra consciencia en algún sentido.

Señor, queremos siempre mantener un corazón limpio, una consciencia transparente, y que nuestra fe esté firme y segura en ti, de tal manera Señor, que Tú te encargues de mantenernos seguros porque has visto la intimidad de nuestro corazón.

Señor, no se trata de cuánto hacemos, no se trata Señor, de cuánto conocemos, se trata de que te amamos por encima de todas las cosas.

Y yo quiero declarar Señor, una Iglesia pura, una Iglesia limpia por dentro, una Iglesia genuina, hombres y mujeres que conforman a tu Iglesia que te aman de todo corazón, que no buscan lo suyo propio, y que por esa razón, no están desoyendo su conciencia.


Yo declaro en este día, una Iglesia que conoce la voz del Espíritu Santo porque examina su vida delante de ti para salir aprobada una y otra vez.
Una Iglesia que no esconde nada, porque no tiene nada que esconder, una Iglesia que delante de tus ojos es un libro abierto, en principio, porque no podríamos esconder nada delante de ti, Tú lo sabes todo y lo ves todo.

Pero en segundo lugar, porque con disposición de corazón, la Iglesia quiere exponer todo lo que está en su interior para que Tú hagas tu obra, y para que por el Espíritu, saques hasta lo que está más profundo, que ni nosotros podemos distinguir; por alguna razón el salmista oraba, líbrame de los pecados que me son ocultos.
A veces, puede haber cosas que están por allí escondidas que ni siquiera hemos descubierto o no nos hemos dado cuenta, pero hay una confianza en nuestro interior, Tú por el Espíritu Santo, vas a hacer la tarea cuando nosotros te amamos por encima de todas las cosas.
Por eso, Señor, queremos llevar adelante esta buena responsabilidad de cuidar nuestro corazón porque además amamos a tu Iglesia como Tú la amas, tenemos cuidado de ella.

Y yo te pido por el Espíritu, que traigas día a día, un mayor discernimiento de la magnitud que tiene la Iglesia delante de tus ojos, para que no pase desapercibido lo que somos como cuerpo, para que no nos acostumbremos simplemente a vernos en una reunión, y en otra reunión, y en otra reunión, como si fuera lo más normal.

Que podamos comprender que somos Tú mismo caminando sobre la Tierra para ejecutar tus acciones en este mundo, para llevar la libertad del Espíritu a aquellos que están atados y que son esclavos del pecado y del diablo; y para que realmente, veamos a una sociedad cimbrada por el poder de una Iglesia que se mantiene firme, pura, limpia y con una fe sincera delante de ti.

En el Nombre de Jesús, Señor declaramos que ésa es tu Iglesia y ninguna otra.

Señor, libra a cada uno de los tuyos, a tus amados, empezando por el más pequeño, siguiendo por cualquier autoridad, líbralos de cualquier engaño del enemigo.

Estamos en tiempos peligrosos, pero declaramos que todo lo que Tú has prometido, lo que acabamos de leer en último lugar, eso es lo Tú harás con una Iglesia que te busca, que te ama, y que quiere agradarte en todo tiempo.
Tú guardarás nuestro corazón, Tú nos harás firmes, tu Señor, nos harás irreprochables hasta el momento en que Jesucristo regrese a buscarnos.
Señor, no habrá nada que el diablo se pueda burlar de nosotros, no habrá rendija por donde el diablo se pueda meter, no habrá ninguna astucia diabólica que pueda quebrantar nuestro corazón, por el contrario, la actitud de nuestro corazón quebrantará una vez más la perversidad del diablo y de todos aquellos que caminan detrás de sus maquinaciones, en el Nombre de Jesús.

Declaramos, una Iglesia poderosa que vive en una victoria genuina, que se levanta en una fe segura, que tiene la unidad de la fe para actuar sobre esta Tierra, y que te conoce por experiencia, que ha aprendido a ver lo que está en lo más profundo de tu corazón, porque se sienta a tus pies para que Tú le reveles todo lo que le quieres revelar.

Gracias Señor, declaramos una Iglesia que también, cada miembro hace su actividad, desarrolla lo que le has encargado, sabe lo que tiene que hacer y actúa día tras día para llevar a cabo tu voluntad y tus planes, más allá de los planes personales, porque esos siempre quedarán a segundo plano cuando vivimos para ti y por ti.

Te honramos Señor, te bendecimos, te damos toda la gloria que mereces, y te agrademos por resguardar nuestras vidas y hacernos vivir seguros y confiados en ti.
Gracias Señor en el Nombre de Jesucristo. Amén y amén.


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